NO ENCIENDAN VELAS POR MI
Esta puta muerte vino vestida de
cuchillo
me desguazo
de un tajo.
Alteró el
eje de mi sueño y me rendí.
Bajo la luna
con la boca
abierta
tragué de un
golpe restos de vida.
Allí comenzó
este grito.
Por los
dedos pálidos escaparon suspiros
por las
aureolas de mis pechos mustios
y fui un
bosquejo inacabado.
Bajo la luna
supuré por
las que tienen la lengua anudada
por las muertas
de miedo
por las que se
enroscan como claves de sol
en fin
supuré por
todas.
No enciendan velas por mí
me dejaron
en posición fetal
y no veo no
siento
soy un signo
de interrogación clavado al madero.
No enciendan
velas por mí
ya se los
dije
ni ojos
tengo
ni esperanza
¿A qué alma
me arrimo?
¿A quién le
entrego la declaración?
Mis palabras
reposan inquietas.
Tuve
oportunidad ¿Saben?
Hubo
señales:
un sollozo
ahogado
una garra
aferrada a mi blandura
una lengua
invasora
hubo
señales.
No me enciendan velas
lo dije
lo repito
tuve
turbulencias hondas
aun las
tengo
hondas
turbulencias en el corazón.
En sueños me
cuerpo presente
me abismo
me viento.
Soy cometa con hilos enredados en el cuello
con un golpe
de a-mar en los ojos.
He pasado
del silencio a la palabra
He pasado
repito
del silencio
al grito.
Nunca compartiré mis canciones
y el aroma de las naranjas me estará vedado.
¡Hasta aquí llegué!
La puta muerte resopla en mi oído
se mete en mis costillas
soy tierra húmeda
y muero fieramente.
No olvido que estrujé
un pañuelo con lágrimas
y caminé por el barro
y entregué al amor este cuerpo sagrado.
Ay el amor
se posó sobre mi piel atormentada
con su corona de espinas
dejó grietas
fisuras sin colmar.
Ahora estoy aquí
cubierta con hojas de boldo
con los ojos abiertos a la oscuridad
con un sueño
colgando de la comisura.
¿Quién abrirá la puerta
por donde pase mi alma?
¿Quién contará la historia de mis mariposas, Panchita?
Se está yendo la luz
y el cuerpo mío
tan amado
se extingue.
A mí no me enciendan velas
vine muriendo a pedazos desde la niñez
vine aferrada a una pata de conejo
para la suerte decía mi abuela
¿Cuál suerte? ¿Cual?
Si la puta muerte me tenía entre ojos
¡Ella me quería de amuleto!
Y aquí estoy
¿A quién le entrego la declaración?
Me morí en la cocina
me desangre
me desguazaron el alma
y nadie le pregunta a la afectada
nadie me pregunta.
¿Quién es ese? no lo
reconozco
dice que fui amada por todos
¡Mentira!
Yo era asimétrica de alma
era escritora
y escribía poemitas como dijo alguien por ahí.
Soy otras ¿Saben?
pero no se enteran
esto pasa porque no tomaron mi declaración.
No me preguntaron si grité
cuando el cuchillo llegó hasta mi hijo
mi hijo
que dormía tan placido en mi vientre
¡Escúchenme!
Me llamo Marlen Matamala y tengo cosas por decir.
¿A quién le cuento?
En esta oscuridad las lágrimas no brillan
nadie oye mis balbuceos.
Me llamo Francisca Díaz
y estoy muerta
desde 1961 estoy muerta
si
en ese tiempo ya nos aniquilaban
antes también
siempre.
La noche se abrió para recibirme
amorosamente se abrió
y me destejí.
Busco en la memoria de mi hija
la menor
y no me encuentro.
Me decían Panchita ¿Saben?
y me fui sin dar mi declaración.
¡Claro!
eran otros tiempos, dirán
las mujeres no elevaban carteles
no marchaban
y nosotras
las muertas
iniciábamos el viaje en silencio
y permanecíamos a la intemperie del tiempo
y del olvido.
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