domingo, 29 de marzo de 2015

IMÁGENES EN ACUARELA (del libro "Antologia poetica Jueves Sera")

Madre, ¿recuerdas?
¿ Recuerdas mis días de niñez?
De conejos asomados en la madriguera
y mejillas con chocolate.
Dolían en la frente las gotas de otoño
como agujas, como dolor del mundo.
Sobre el parque caía la lluvia
sobre el duende del agua dormido en la cascada.
Mi mano de insecto acarició un clavel,
rojo farol, mordisco de aire.
En ese tiempo, madre, aún no pesaba la sombra
y en el silencio húmedo de la jungla de cemento
rondaba lo inefable.
¿Te acuerdas? cuando sumergida
en olores hasta el hombro
con pollera de percal
miraba la puerta del mercado.
En el bolsillo, trozos de luna alumbraban mi inocencia.
Luciérnagas entretejían colores en la pérgola
y un ratón blanco devoraba el tiempo.
Humeantes caldos despertaban la papila curiosa
y un almibarado sentimiento goteaba de la boca,
aún sin recovecos.
Sentadas, esperamos la explosión de sabores
en la lengua traviesa.
Iban y venían las mujeres en su afán
adornadas las manos con manteles, sonreían.
Las dos miramos con codicia, madre,
el amor que humeaba en el plato.



2.-

Al momento de los helados
íbamos a la plaza que tenía una torre
(no es la suya, señor Machado)
en esta torre, una niña
con su silencio de puerta cerrada.
Era verde la hoja que flotaba en la pileta
naranjo el pez
amarilla la falda de la gitana.
En ese tiempo, nada tenía sombra.
Sonaban las campanas de la catedral, era media tarde,
las palomas levantaban vuelo,
las arañas se escondían en un rincón.
Ceres, con su rostro desnudo
observaba mi infancia de zapatos gastados.
Se enredó en tu trenza el olor a primavera, madre,
en la punta de los dedos las flores del tilo
y en un peldaño de la glorieta, la niña que fui
te miraba con su silencio.
Madre ¿recuerdas? ¿Recuerdas,madre?
Cuando esperábamos juntas en la estación de los anhelos.
Con hambre de futuro
protegidas por un mural.
¿Cómo se llama? no sé dijiste y soñamos.
Mi mano olvidó el pan y las vísceras gimiendo
cuando el bruñido gigante se acercó.
Yo creía que en el vientre de esa oruga cabía el amor del mundo.
Sentada a mi lado guardabas en el bolso algún recuerdo
y besaste mi mejilla con dulzura de hiel.
Añoro el tiempo de la mano diciendo adiós
mi asombro de niña hermanado con la locura
y el aroma a libertad .
Madre, yo no sabía
que llegaba tu olvido en el último tren de la tarde
no sabía.


3.-

Tenía en el balde semillas de peces
las trajo para mí el hombre-salitre.
¿Recuerdas, madre, recuerdas?
Ese mar lleno de risas y estrellas
la vendimia de soles
el cesto rebosante
y la blanca arena, como un vientre
esperando lo salado.
Íbamos en bote
te gustaba sentarte con los pies afuera
batir el agua
y descansarlos después sobre los húmedos pastizales.
Tenías la cara levantada hacia el sol
y en los ojos
una nota de melancolía.
Aún oigo el remo rompiendo el agua
el graznido de la gaviota arrogante
y el rugido de las piedrecillas cuando el bote encalló


4.-

Caminamos por un dulce sendero
tu estatura de oro me ocultó del sol
íbamos cegadas
siguiendo el rumor de la brisa
que jugaba en tu vestido.
Mis pasos pequeñitos
parecían puntadas sobre la alfombra verde
y tus dedos, madre,
tus dedos apartaban esa espiga perdida,
larga y amarilla
que buscaba mi cuerpo,
mi corazón.
Aquella tarde de febrero, el amor
nos tomó de la mano,
tuvo piedad de mi tristeza de niña
y tu orfandad.


5.-

Voy dormitando en tu regazo
observo tu cuello de cisne, inclinado,
tu mirada perdida.
Enséñame madre, enséñame
a descifrar el zumbido de tu pensamiento
antes de terminar el viaje.
Mi dedo en el vidrio, dibujaba mariposas
y mi oído
apegado a tu corazón pedigüeño
me decía
que había golondrinas golpeando el cristal.
Entrecierra ahora los ojos, madre,
recarga tu mejilla en mi negro pelo
y deja que escurran sobre tu mirada
las doradas imágenes del atardecer.



6.-

Y aquella mañana todo fue azul,
azul la inocencia
y los últimos deseos del verano.
Buscaba yo el color perfecto
para pintar mi infancia teñida de negro
y tropecé con el azul de tus gestos
cuando esponjabas tu pelo.
La careta del invierno
empezaba a dibujarse en tu rostro,
pétalo de rosa alguna vez.
Nos sentamos frente a frente, ¿recuerdas?
los grillos daban conciertos
tras la ventana
y nos llovió un sentimiento azul.
Mis ojos de aceituna te miraban con asombro, madre,
a mis seis años
eras el aire,
el cielo sin sombras,
la princesa encantada que recogía
tomates en la huerta
y yo
tu mariposa que llegó con el viento sur
una tarde de octubre.


7.-.

Todo debía ser en hileras,
en perfectas hileras el tomate y el cilantro
como tic-tac del reloj
tú adelante,
yo siguiendo tus pasos, madre,
de sueños la huerta hecha,
de canto,
de alegría.
Me gustaba la brisa tibia,
el olor a verso de tus manos
cuando cavabas la tierra
y ese aroma en el aire, a verde;
en ese tiempo, yo,
tu niña
era todo ojos
todo boca
para comerme al mundo.
Así eran nuestras tardes ¿recuerdas?
mis pies en la tierra,
las manos escarbando entre el cerezo,
tu cintura de espiga,
el sudor como cofia
y las mejillas
roja carne asoleada.




8.-

En ese tiempo manaba de mi ser
una cierta tristeza,
un gris, que aún ahora me atormenta,
tenía miedo que el invierno
trajera de regalo violentos oleajes, madre
y envolviera con su nieve
mi río sediento.
Lo hablamos bajo el ciruelo,
envueltas en el aroma de la fruta.
En el árbol, dijiste,
también habrá naranjas amargas
mi triste colibrí.
Bajo tu sombra me dormí,
bajo tu figura quemada por el sol
aquella tarde amarilla.





DE ROKHA EN MIS CÍRCULOS ACUARIOS

HABLAME PABLO

Háblame suavecito Pablo
cuéntame de cómo el mundo lame
mis finas botitas de paloma
ahora que la belleza se inclina.

Algo dijiste
y el pájaro de agosto
se ahogó en tu pupila
algo
que no alcance a oír.

Obsequioso me llamas mujer
mi mujer mía
conjunto de mujeres
y mis sombras verde-oscuras se van.
La soledad ocupa tanto espacio Pablo
duele
pero continúo encadenada
a esta matita de suspiros como el viento
y escondo el rostro en tu grandeza
y subo la mirada
para encontrarme con la tuya.
Es verdad
mis labios y mi pecho
son un panal de angustia
cruje este fruto de otoño
al recordar tu manera sencilla
tu forma.
Te imagino Pablo soñándome
como un poema:
me dejas por ahí (en borrador)
y ya nada importa.
Mañana seré racimo de uva
colgado
del parrón colosal de la muerte
y tú
seguirás vivo
en el ondulante tiempo.












NO ERES TÚ

No eres tú Pablo querido
yo soy como el fracaso total del mundo
y de pronto
tú y la grandeza de tu sombra.
Me dices
mi morenita
mujer mía
eres como las esposas de La Biblia
y me gozo
me gozo en el filo por donde me llevas.
Digo Pablo
Pablo
y echo pájaros a volar
y mi boca se cuaja de ti
y sale de mi garganta un sonido
una luz
y digo juro
te juro.
Soy un montoncito de carnes sumisas
y me enamoro
y te enamoro
con mi sangre enardecida.
Bajo los ojos
miro mis zapatitos blancos
y soy de nuevo por ti
para ti
ola sonámbula insinuando apenas su alma enorme.




UN MURCIÉLAGO TREMENDO

Este dios mío que  para otros
y para él mismo
parece un murciélago tremendo
es tan alondra por mí
definitivamente masculino
(no lo sabré yo),
modela con sus palabras mis caderas
las convierte en fuego
en rosario lleno de misterios gozosos
y me anuda
y se anuda
con las piernas potentes
y es en mí
en mí.
Cuéntales Pablo
diles quién te hizo las heridas más bonitas
qué boca fue
qué manos
háblales del dulce peso de mi cuerpo
de esta lengua
que se alojó
como un balazo en la garganta
y te hizo arder
y rugir
allá en la provincia.





HE PENSADO

He pensado que soy
esa montaña de versos, brazada de sueños
ardiendo sobre ti
niño de Rokha.

Tu amor embellece el rostro mío
la mano mía
que es también tuya.
Quiero la vida
porque tú eres vida
porque surgen de mi vientre las palabras
y se nutren en ti
mi palomo de las lindes últimas.









POR MÍ FUISTE

¿Me conoces, verdad?
Soy la niña de las historias melancólicas
tu niña
como solías llamarme
antes de ser Pablo.
Temprano
quedé huérfana del calor de tu cuerpo
y ahora
los recuerdos
dormitan en mis ramas de junio.

Te quedaste
en mi vida de piedra y hierro ardiente
como la eternidad encima de los muertos
señal no dejaste
el cántaro quedó vacío.

Por mí fuiste
tan pacífico y solemne
después
el tiempo
todo
te llevó a pisar el cadáver dulce de la poesía.





TRAZOS BLANCOS (del libro Estaciones del Corazón)

1
Las imágenes
se vuelven transparentes.
Un naciente ocaso te mutila
tiemblas
la insípida astilla del olvido
se clava en la memoria.



2

Horas, días
se dispersan nómada
colgados del armario, retazos del ayer.
Abatida,
lloras tu ausencia.



3

El silencio te navega
deja trazos blancos en las ajadas paginas.
La utópica promesa se pierde
la noche especial ya se va.



4

Exploras
buscas el nombre impregnado en ti
sigilosa profanas los espacios
cierras los ojos
tu estupor se desgrana en gotas.



5

La húmeda voz se seca antes de nacer
la mansedumbre aferrada a tus pies
te encadena.
! Hundido mundo!



6

Callas
el corazón, antes tan claro, duda. 
Descorres el velo
de tu boca mana
una invisible lluvia de besos.




7

El dolor respira
las heridas se suavizan
la culpa pierde su filo.
El silencio amordaza la garganta
los labios no atrapan el gemido
y las sembradas palabras no brotan.




8

Los sentidos niegan el grito de la piel
no quieren que sientas
el desenfrenado vértigo del día sucumbiendo.
Frías tribus de lluvia susurran
el abrumador murmullo del adiós.



9


Tu mirada, se esconde tras el cristal
la sombra es sombra
tu mundo
un laberinto.
Con alas los recuerdos huyen
saltan por los techos.



10

Bebes nostalgia, mientras te indagas.
La niebla trepa por la blanda memoria.
Sin respiro
solitarias mutan tus estrofas..


11

Caminas
y tus pies ya no escriben en la arena.
Fragmentos escapan.
La celda se cierra
bajan los parpados

! Te vas !.




12

Algo se desvanece en el aire
buscas al culpable
en pequeñas gotas de ayer.
Imaginas ruidosos bailarines
embriagados por el humo.
Sonriendo
entras en soliloquio
cargado de locura.




13

El hilo tenue
que teje sueños
se enreda
la luz de la tarde
te envuelve en su gris 
poco a poco
la puerta del recuerdo se cierra.

EL RASANTE VUELO DE LA LUZ (del libro Compases de Luz y Sombra)



  1. 1
    Y si arriba, en el aire,
    el misterio, huérfano de sueños cercena mis brazos ,
    ¿ caeré ?
    ¿ o me quedare a solas,
    con mi latir forzado y tortuoso?. 

    2

    Polvo,
    tiempo,
    sangre,
    ataviando las alas,
    tatuada la libertad
    la memoria se prepara.

    3

    Cegada por un rayo, dudo,
    el viento se sube al migrante sueño,
    estoy atada a el
    me sacude,
    su sonido estremece mis rincones, 
    las mandíbulas abiertas
    expulsan el dolor del arraigo.

    4

    Archipiélago 
    de aves agonizantes
    orlan el cielo
    de cara al sol,
    piensas en el lugar 
    donde yacen las hojas y las fieras,
    y los viajeros desgajan
    días y horas.
    La incertidumbre huele a milagros.

    5

    Las manecillas rotas del tiempo
    sonríen junto al árbol,
    la luz impenitente me llama
    a congelar mis fantasmas,
    la desidia,
    con artimañas quiere retenerme,

    6

    El temblor de los parpados
    refleja la ansiedad,
    las cruces del ayer
    atadas a mi espalda,
    pesan,
    el vacio se come mi voz.

    La cobardía se jacta.
    el estéril día muere.

    7

    Los hijos del hombre duermen
    aspiro su ausencia,
    la complicidad con ellos
    se ha perdido,

    solo queda soñar.

    Tras los muros,
    la corteza se deshoja
    el cuerpo se transparenta ,

    la frente
    ya no es la frente,
    la boca se diluye
    el aroma de mujer es otro perfume..

    8

    Junto plumas de otros pájaros
    que aborrecen la rebeldía,
    mi sed los confunde.
    sospechan de cualquiera
    que sin mascaras,
    hilvane a su cuerpo
    trozos de luna.

    9

    Los perversos,
    tratan de unir
    los eslabones invisibles de la cadena,
    quieren mi trinar enjaulado,
    que las reglas no se rompan.

    Con sus manos forjan el miedo,
    mi cárcel
    mi raíz.

    10

    Volaré,
    con el resuello del mundo en la nuca,
    y la quemante incertidumbre
    escupiendo mi rostro de águila.

    Bailare sobre los ruidos,
    dejaré que la alquimia de lo imprevisible
    me diluya.
    Aferrada a la desnuda soledad
    me elevare.

    11

    Dios cuida a sus criaturas
    ¿acaso cuidara también
    de este engendro?
    sediento de palabras,
    de pezones fríos
    de pulpa en extinción.
    Me llaman los vientos,
    como ebrios arpegios
    se cuelan,
    Mi carne quiere redimirse.

    12

    Nadie mira el ojo opaco
    que seduce a la muerte,
    nadie oye los chillidos
    nadie escucha.

    13

    Estoy desnuda,
    mis ojos de pájaro,
    no alcanzan a ver las palabras
    escritas en las nubes,
    bajo el volumen
    para oír la advertencia.

    14
    Surcare sola,
    la ruta que dejaron otras,
    no desafiare al cielo,
    seré prudente,
    como Dédalo.

    15
    Otro día que se va,
    me ato, 
    aun estoy al abrigo del temor,
    tiemblo,
    frágil bajo mi blanca piel.
    ¿ A qué puedo temer?,
    si los depredadores están en el suelo,
    si cuando traspase el limite
    seré infatigable.

    16
    Estoy perdida.
    ¿ Donde termina la ensoñación?
    ¿ Donde comienza lo real?.
    Veo caer las hojas,
    a las hormigas en su festín.
    Esta inquietud que me acompaña
    transforma el horizonte
    en vitral
    donde me estrello .

    ¡Ícaro! sostenme,
    el dolor y el miedo se clavan en mi dulzura.

    17
    Al fin me decido,
    siento el aire en mi rostro agudo,
    penetra mi armazón de golondrina,
    subo,
    y me gusta imaginar que otras van a mi lado
    siguiendo mi señal.

    Que al fin,
    en vuelo libre hacia el cenit
    se despojan del santo sudario 
    que las ata.

    18
    No puedo planear,
    deambulo entre sombras,
    soy ave moldeada con locura,
    sin coraza
    no sé cómo existir en el desafío.
    La inmensidad me fragmenta,
    ni siquiera la ira,
    llena esta oquedad
    ¿Cómo combato el frio que herede?
    ¿Cómo logro atrapar lo esquivo?

    19
    Al fin extiendo mis alas,
    soy la cazadora,
    mis afiladas garras destrozan la ilusión,
    ¡ ya voy! 

    20
    Floto en el éter del recuerdo,
    mientras mi pecho
    cuajado de luz
    se infla.
    Ya no duelen las ausencias
    ni  turban los miedos,
    asciendo,
    para encontrarme con ellos.

    21
    Mis uñas,
    no se clavan en frutas podridas,
    ni cobijan lo infecto,
    ni aceptan como dadivas
    cuerpos sin destellos
    ni corolas sin pulso.

    22
    Busco la verdad,
    subida en suaves lomos
    saboreo la belleza del arcoíris,
    la humedad del rocío,
    el presagio de la cortada hierba.
    Me inquieto,
    es imperativo
    encontrar en el aire,
    otras, que al igual que yo,
    descifren códigos secretos.
    Otras,
    que también escapen de la manada.

    23

    El eco de un trinar me seduce,
    me llama a retozar.
    Mis ojos, viajeros soñadores
    develan en la oscuro
    el rasante vuelo de la luz.
    El musgo se agita,
    la flor abre sus pétalos
    la brisa se profana.

    24

    Silenciosa
    después de regalarme,
    guardo el recuerdo 
    de espasmos que hacen palidecer la noche.
    En primavera,
    ….. será en primavera.

    25

    Regreso de la onírica comarca,
    me esperan, ojos agrietados,
    Bocas carcomidas,
    Manos llenas de dobleces.
    Guardo en mi vientre
    promesas en capullo.

    En primavera,
    nacerán en primavera.