domingo, 29 de marzo de 2015

OJOS VELADOS (del libro Compases de luz y sombra)

1
Desde hace tiempo la mujer oscura se acostumbró a jugar con el creador, a introducirse en la memoria, en el pulmón cósmico y solazarse,.De la suave dermis germinó  infelicidad,
Cada noche entra a la habitación de las sombras, se permite sesenta segundos de paz, entonces el dragón es cordero, después se da cuenta que no es más que polvo y arena, ceniza estelar.
Él la lanzo como caracolas, con su designio a cuestas, pero el dedo divino no intuyó el efecto final. 
Ahora marca el perímetro con su sangre, en su edén se refugia. Ya no dialoga, la semilla ahora teme a la sombra protectora.

2
Dos cuerpos, una vida, como dice Lorenzo Plana. El tuyo, que reposa quieto bajo la luz espectral con la suave melena negra que ondea.
El de ella, su cuerpo, aletargado, adormilado en los siglos.
Ambos enroscados desde siempre, obligándose a mirar con los mismos ojos, las dos masticando con la misma rabia.
Mujer 
muerte
muerte 
mujer
De las mejillas de una brotan enredaderas de la otra un silencio mortal.

3

 Sabes que te espera, que renunció a otros. Cubrió el espejo con su vaho para que no vieras las horas tatuadas en los huesos.
Te espera desde siempre, con las manos llenas de atardeceres, con el fúnebre sonido que escapa de su boca, con la carcajada triste del viejo bufón.
Ha seguido tus pasos, desde el primer golpe de luz, te ha rozado con la mirada llena de acertijos, dejó que descifraras los gemidos del amor, observó complacida tus batallas.
Ahora se adentra por las abiertas ventanas, la recibes con dignidad, porque fuiste suyo desde el comienzo del tiempo.

4

La espiga se dobla fatigada sobre la armadura, le pesa, como en un celuloide las imágenes, mientras nubes dormilonas anuncian tormenta.
No hay tiempo para desembarcos, firme se prepara para otro naufragio.
Borbotones de ira lo ahogan, lo alucinan, esculturas dialogando con otras esculturas. Adviento.

5

¿ Cuánto mide el largo de sus pasos 
cuánto pesa su historia? ¿Cuánto quema su ferocidad.......¿cuánto ?
Lengua de víbora, incisiva, virulenta lengua que recorre la epidermis.
Muerte, muerta, muerto, muertes, castañeteando dientes todos juntos, todos pudriéndose en el mismo deshuesadero,
todos dejando huellas sobre huellas, hasta diluirse en ausencias.





7

Les derramo vida entre las piernas para engañarla, y ella le vertió tinta en las venas.
Juega a los simulacros
a vivir
a soñar
piensa que si la savia fecunda se salva, que si un vientre abriga vida, lo olvidara.
Solo tiene un cuerpo para entregar (se reserva los otros )solo posee una memoria que guarda sonidos, gemidos, risas, liturgias.
Aprende a descifrarla, le dicen, aprende a sentirla, a olerla en el aire, como un perro, aprende a celebrarla.
No le huyas, no corras, para que no escuche el tropel en tu pecho.

8

Se despertó,
pregunta ¿ a quién ?.
Adoloridos sus huesos, avejentada su mano, llena de sinsabor
se funde con la espiga.
Oídos finos la sienten venir, resignación.

Misericordia, rosario en las manos, rogando por mendrugos de vida.
A veces hermosa…a veces bienvenida.

9

Quizás mañana, el loco universo confabule y las puertas llenas de laberintos que llevan al cielo se abran.
Quizás lo infesto, se alimente de la creación.
Su índice eligiendo entre palpitantes relojes, el tuyo.
Quizás arranque de un tajo la congoja, el mar de desencuentros, el pesimista aliento que te impide avanzar.
Quizás el oscuro ritmo de la vida en desordenado espiral
transforme tu cuerpo, de ciervo herido en estela cósmica.
Quizás cuando la muerte corte el hilo vivas

10

Donde van los pasos cuando el cuerpo muere?, donde las miradas, los gestos, las sonrisas ¿dónde ?
Quizás al oscuro rincón de los castigos, o queden dentro del cajón de las cosas perdidas, tal vez solo floten alrededor
La parca lo sabe, es antigua en el oficio, siempre con su gran sonrisa, siempre con la guadaña con que suelen pintarla aunque en realidad, lleva las manos llenas de hastío.

11

El pequeño tacón se come la acera con avidez traviesas a prisa la tarde gris, los minutos se dispersan miserables, ya no te atan los instantes.

Piensas en ella y quieres diluirte, quieres hacer del olvido un arte quieres que vaguen como fantasmas, el ayer, el anteayer
que las voces no hereden los recuerdos.

El tiempo, tu tiempo, no ha muerto, es un eterno agonizante
que recorre desnudo las habitaciones de la memoria.
Ya no le das a beber, de tu propia sed, no lo alimentas con tu hambre, no lo acoges, no lo amparas con tus fríos miembros.

No se lo disputas

12

Aquí están tus cosas: reloj, polera, pantalón, el miedo, tu eterno miedo a la muerte, al escalofrío de la piel.
Ya era tuyo el estigma en el acuoso paraíso, la savia impregnada de dolor, allá, en el jardín de los sueños, agoraba el futuro, ciego olvido, ciñe en tu pecho un yermo.
Reloj, polera, pantalón, se tiñen de orfandad.
La vela parpadea se nubla el éter la proyectada sombra se retrae.
La muerte ensaya

13

Todo es un misterio, el plan que traza la rasgadura que hace al tiempo, el compás de espera.
Viene.
Impúdica, sublevada, corteja a la noche, se aparea con las olas del miedo.
Tiene un rictus de hastío en su huesuda cara; los maltrechos siglos, las campanas que la anuncian, la palidez de las mejillas
la cansan.
El eterno presidio volvió su esqueleto rígido, y la mirada, esa mirada como de foto vieja, difuminada, marchita, la deja en agonía.
No puede evitarlo, siente pena, porque se le enlutaron los ojos.

14

La muerte busca en la página de sociales.
Fulana con fulano, felizmente casados, sonríe con un acertijo en sus mandíbulas.
El lenguaje de los gestos enciende una caldera, la belleza explota las luces se apagan.

Las páginas de sociales cubren la congelada sonrisa.

15

En un café cualquiera, un hombre, una mujer… tres.
Aferrada a las cinturas…espera.
Los tres meten la mano en el plato de los deseos, los tres consumen el vino de la lujuria.
No fuerza, no hunde sus huesos en la carne, espera.
Se ajusta la mortaja con un rosario, evita el crujir de dientes,
disimula el olor a camposanto, hasta que uno alza la cabeza
y siente su vaho , la vida da dos pasos hacia atrás.

16

No dejas detalle al azar, las consonantes, las vocales, los acentos salen de tu boca con ritmo sensual.
Le endulzas el oído, trazas el plan perfecto.
Cuando cruzas una calle, olvidas lo aprendido, cuando duermes no llamas al dulce ángel, si despiertas, no lloras.
Con alas rotas no quieres volar, el ritmo de la vida se desata en otros, las palabras que salvan no salen.
Desde la habitación sin puertas ni ventanas tu mano ya no se asoma.

17

Atraviesas la luz buscándola, la seduces, para que la agonía sin tiempo se transforme en cicatriz, para que se solace en la enfermiza palidez del beso sin historia.
Sientes como se desliza bajo la humillada piel, te sacude, te hace temblar, sus huesudos dedos envolventes están listos para la cacería.
La sombra de la noche llega y aun no elijes el lugar.
¿Dónde dormirá la carne?
¿La sangre? 
¿Dónde quedaran los recuerdos que sobrevivan?

18

¿En qué parte de la mano la buscas?
¿Cerca de la línea de la frustración?
Es un enigma tan grande, no puedes resolverlo.
Te susurra en el oído, presiona las venas

Con su filosa lengua te atrae, sus huesos te condenan.

Quiere derramarte en algún punto cardinal, quiere que los resabios de vida colisionen con la desmoronada esperanza.
Quiere que seas su víctima especial.

19
Insolente la reta, no la nombra por miedo a sus silabas malignas.
Un día enterrara los huesos de los recuerdos, los gritos se esconderán en su vientre hundido.
Busca neologismos para que no engendre ideas cuando oiga su voz.
Lleva media vida buscándola ahora teme encontrarla.

20

Estamos solos, con la tibia sangre que baña la hojarasca.
Los destazados parpados reconocen la boca que enmudeció después de los partos,  cuando el amargor de la despiadada belleza se diluyo.
Desconozco el sitio, donde la hoz mutilo, donde el desnudo deseo entro en contemplación.
Un palpitante río se lleva los nombres, desdibuja los rostros. Estamos solos mientras la salada desolación horada los cuerpos inmutables.


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